miércoles, 7 de enero de 2009

Doce campanadas.

Doce campanadas, rompen el silencio de la noche gélida y oscura,
en el campanario de un reloj lejano.

Doce segundos intensos, en los que nuestras miradas se cruzan
con fuego de pasión en la mirada.

Doce uvas cada uno, que comemos para recibir un nuevo año.

Doce meses que quedan atrás, para recordar en el olvido.

Doce instantes mágicos, que indican el inicio de una nueva vida.

Doce besos, doce caricias, doce susurros...

En el cambio del año, en el cambio de vida,
en el cambio del dolor y penurias, hacia la esperanza.

Un nuevo periodo se abre ante nosotros para que lo apuremos con pasión.

Un periodo de doce.
Doce... ¿dias, semanas, años, lustros?

Yo digo: “Doce besos”, que sellan doce promesas, doce compromisos, doce alientos de solo dos personas que se funden en una, con el nuevo año.

Doce ilusiones, doce sorbos de champán...
Doce orgasmos para antes de que acabe la noche.

Doce millones de caricias...
solamente, en mitad de la noche.

Doce campanadas en el campanario de un reloj lejano.
Solamente, entre tu y yo.


Doktor Jeckill. Enero de 2009.

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